martes, 26 de junio de 2012

Deuda Pública y Desarrollo Sostenible.


Por: Jairo A. Vásquez Pravia (*)

El desarrollo sostenible vincula el bienestar de las generaciones con la capacidad de la biósfera de sostener la vida y tiene un enfoque de política pública. El desarrollo sostenible no es un estado fijo sino mas bien un proceso de cambio en el cual la explotación de los recursos naturales, la dirección de los flujos de inversión, la orientación del cambio tecnológico y los cambios institucionales se articulan con las presentes así como con las futuras necesidades. En la actualidad, las sociedades industriales se encuentran viviendo a costa de las futuras generaciones, lo cual ha traído crisis financieras institucionales que socavan en estos momentos la estabilidad de economías como la estadounidense, la japonesa y de un grupo significativo de países del sur de Europa.
 
Nuestra economía no escapa a esta inexorable máxima, tal y como lo comprobamos al verificar que aun a pesar del crecimiento sostenido del PIB a un ritmo de mas del 8.5% anual en promedio durante los últimos siete años, todavía la deuda publica representa aproximadamente el 42% del valor de este indicador, lo cual contrasta con el 70% que representaba en los años setenta, todavía nos mantiene en una posición un tanto vulnerable ante los vaivenes de los flujos de inversión directa a nivel mundial.
 
La expansión del Canal de Panamá y una gran cantidad de megaproyectos en diferentes fases de construcción tales como hidroeléctricas, el saneamiento de la Bahía de Panamá, la primera línea del metro de la ciudad capital, expansión de los puertos de contendedores, entre otros se espera que impulsen y extiendan el incremento sostenido de la actividad económica por unos cinco a diez años más, lo cual en teoría representa una oportunidad histórica para hacer progresos sustanciales en reducir la persistente pobreza e inequidad existente, dado que todavía un tercio de la población de nuestro istmo vive en pobreza y cerca del 15.1% lo hace en extrema pobreza, las cuales son cifras realmente escandalosas.
 
El financiamiento de los actuales estándares de consumo de bienes y servicios de la población panameña por medio del endeudamiento resulta ser totalmente insostenible desde un punto de vista intergeneracional, incluso manteniéndose o incrementándose el presente gasto público social tal y como lo han venido realizando los últimos dos gobiernos de Torrijos y Martinelli con el consabido incremento del déficit presupuestario, ciertamente ha contribuido a la formulación de controvertidas propuestas como la propuesta venta de un significativo porcentaje de las acciones del Estado panameño en empresas de servicios públicos, trayendo como consecuencia el rechazo de amplios sectores de la población en fechas recientes con sus secuelas de tensión social.
 
En el presente y futuro  para intentar garantizar la sostenibilidad de la nación panameña no solo deberá  evitarse la sobre explotación de sus recursos naturales, sino también será importante que se posean los mecanismos adecuados para desactivar la bomba de tiempo que representa nuestro creciente endeudamiento público.
 
Si los esfuerzos que necesita realizar el actual gobierno panameño para mantener bajo control los crecientes niveles de endeudamiento se deciden aplazar o ignorar por el comienzo de la campaña presidencial rumbo a las elecciones generales de mayo del 2014, muchos de los pasados y presentes esfuerzos de grupos de la sociedad civil por promover el desarrollo sostenible mas que nunca caerán en oídos sordos,  avizorándose conflictos sociales mas agudos a futuros, ya no solo por temas como la inseguridad o la percepción de corrupción, sino por temas tan vitales para humanidad como la disponibilidad de agua en condiciones adecuadas.


Panamá, 25 de junio de 2012.

(*) El autor es economista.

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