jueves, 27 de enero de 2011

Malthusianismo y economia

Por: Jairo A. Vasquez Pravia (*)

Robert Malthus en su obra titulada “Essay on the Principle of Population“ publicada en 1798 vino a decirnos que mientras los medios de subsistencia crecen en proporción aritmética, la población lo hace en proporción geométrica. Con esta frase lapidaria Malthus pretendía poner de relieve con una lógica aplastante que el principal reto de la sociedad es la disponibilidad de recursos limitados aún cuando sus necesidades son ilimitadas. 

Transcurridos más de 200 años de la publicación de la obra, la premisa malthusiana sigue teniendo su vigencia. En el escenario mundial el petróleo, como fuente principal de energía, y las materias primas son ejemplos claros del pensamiento malthusiano. Cada día más, los países desarrollados y aquellos en vías de desarrollo necesitan más combustibles líquidos para el transporte y la industria. Ante una fuerte demanda de combustibles se ha llegado a la situación de que algunos países productores hayan comprometido una parte de sus reservas para los próximos años. Y esto se encuentra supeditado a unas reservas probadas de petróleo fijas en la Naturaleza, que se formaron hace millones de años en los estratos sedimentarios de la corteza terrestre. 

El precio desorbitado del crudo (nada más y nada menos que 146.7 dólares el barril de petróleo de referencia Brent la pasada semana) radica, en una primera instancia, en el aumento de la demanda de energía en tres de las principales economías del mundo (Estados Unidos, China e India), a lo que se suma la incertidumbre política en una buena parte de los países exportadores, así como a una dosis nada desdeñable de especulación de los mercados. 

Con la excepción de algunos hallazgos como el avanzado recientemente por Petrobrás de una gran bolsa de petróleo en aguas profundas (más de 4000 metros), la exploración de nuevos yacimientos ha visto disminuidos sus resultados. Además, muchos pozos explorados que han satisfecho las necesidades del mercado en las últimas décadas ofrecen un rendimiento cada vez menor. A simple vista parece que nos enfrentamos a la catástrofe malthusiana. Pero no es así. La medida aparentemente es simple: consumo moderado y uso eficiente de los destilados de petróleo son factores claves que permiten alargar la vida del petróleo. En esta línea, el Banco Central Europeo, la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Central de Japón vienen aplicando la doctrina económica clásica de tasas de interés elevadas para enfriar el crecimiento y limitar en cierta medida el crecimiento de las principales economías. Ni que decir tiene el hecho de que Malthus no pudo prever la revolución industrial del siglo XIX, ni los desarrollos tecnológicos del siglo XX. 

Hoy se dispone de tecnología que permite sintetizar derivados de petróleo a partir de carbón, de gas natural o de biomasa con el gran atractivo de que los hidrocarburos que se obtienen por esta vía son más limpios, emiten menos gases de efecto invernadero durante su combustión y pueden generarse con recursos autóctonos. Si esto es así ¿porque no se implantan estas tecnologías para aliviarnos de la asfixia que está produciendo el crecimiento exponencial del precio del petróleo? Evidentemente estamos ante balances económicos que solamente resultan favorables en algunos casos. En la actualidad, extraer el petróleo de la corteza terrestre es más económico que fabricarlo. Pero el petróleo fácil, el que se extrae mediante perforación vertical, está tocando a su fin. Para llegar a localizaciones donde se encuentra, ahora tienen que ponerse en práctica nuevas tecnologías de búsqueda y exploración de yacimientos de mayor dificultad de acceso. 

La exploración horizontal y el alcance de las aguas profundas son algunas de las direcciones que sigue la exploración de las empresas petroleras. La contracción de la demanda de bienes de consumo, entre ellos la energía, no cabe esperar que venga a postergar la no deseada crisis malthusiana. La diversificación de las fuentes de energía, y especialmente la introducción de las renovables, es el ingrediente esencial para reducir la fuerte dependencia del petróleo. A ello hay que añadir el hecho de que se dispone de tecnología que permite fabricar combustibles sintéticos, aunque por razones de coste todavía no está implantada. No obstante, dado el coste actual del barril de petróleo se espera que estas tecnologías se hagan competitivas a muy corto plazo.

Panama, 27 de enero de 2011.

(*) El autor es economista.